sábado, 1 de marzo de 2008

SAN JAVIER/ Un accidente de Oscar

El aeropuerto y la Academia General del Aire comprueban la eficacia de los sistemas de seguridad con un simulacro de accidente aéreo con 72 muertos
ALEXIA SALAS/ La Verdad
Hasta los muertos hubieran merecido una nominación al Oscar a la mejor interpretación. Nada menos que 72 fallecidos y 53 heridos esparcidos por la pista de San Javier. Un desastre que hubiera conmocionado a la Región. Su realismo formó parte ayer de la eficacia del simulacro de accidente aéreo, organizado por la Academia General del Aire y el aeropuerto de San Javier, para evaluar los dispositivos de seguridad propios y externos que deberían activarse para atender un siniestro aeronáutico de gran envergadura.
El desastre fue minuciosamente preparado por los profesionales de la base y de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea, que comparten las instalaciones, de modo que nada quedaba al azar. Ni la causa del accidente: un fuerte viento cruzado unido al reventón de una rueda del tren principal del avión, que perdió el control y se estrelló contra la pista 05.
El fuselaje, según el simulacro, se partió en dos, lo que provocó un gran incendio y columna de humo negro que procedía de un destartalado avión premeditadamente incendiado para hacer más verosímil el siniestro.
El rescate se activa con la aparición de los camiones de bomberos de Aena y de la base militar, además de los movilizados del parque comarcal de Bomberos de Los Alcázares. De inmediato, descargan litros de espumógeno, una mezcla de polvo polivalente y agua, que extingue las llamas en segundos.
En la cabecera de la pista esperaba ya a los espectadores la dantesca escena de las víctimas, elaborada hasta el último detalle por los profesionales. Entre ellos el delegado del Gobierno, Ángel González; las alcaldesas de San Javier y de Los Alcázares, Pepa García y Encarna Gil; la directora del aeropuerto, Ángela Navarro y el coronel director de la AGA, Rubén Carlos García Servert, entre otros.
La interpretación de las víctimas -a cargo de los alumnos de la AGA- resultó de lo más creíble. Recibieron alguna clase de interpretación por parte de la catedrática de Caracterización de la Escuela Superior de Arte Dramático, Marien de Ibarra. «Lo han hecho de maravilla, porque tienen disciplina, algo que desearía para mis alumnos », dijo ayer la profesora.
Sin sangre al azar
«No se ha esparcido sangre artificial al azar, sino que cada actor tiene heridas que podría haber recibido por el accidente», explica el capitán José Antonio Navas, psicólogo de la AGA y especialista en catástrofes. El experto en efectos especiales Eric Manise se ocupó de crear las prótesis de huesos rotos y cenizas que dieran realismo. El capitán Navas les instruyó sobre cómo interpretar ataques de ansiedad y momento de pánico al buscar a los familiares, pasajeros confusos deambulando y reacciones humanas ante un siniestro. Para mayor realismo, algunos alumnos sólo hablaron en inglés a los sanitarios, una situación previsible en un aeropuerto como San Javier.
Incluso la situación de las víctimas, esparcidas por la pista, estaba estudiada según la caída del avión. Una supuesta llamada al 112 activó todos los dispositivos de varios kilómetros a la redonda. Numerosas ambulancias llegan a pista y el personal sanitario corre al auxilio de los heridos para comenzar la fase de evaluación de la gravedad. En minutos, se alzan tres hospitales de campaña, uno para los más críticos, figurantes con proyectiles clavados en la cabeza y otras desgracias. Algunos incluso mueren tirados en la pista, ante los ojos de los espectadores, mientras psicólogos de Cruz Roja esperan a los familiares de las víctimas.
La carretera que enlaza el aeródromo con La Ribera fue cortada, como se hubiera hecho de producirse el siniestro. Poco después, acuden el forense y una jueza de San Javier a proceder al levantamiento de los cadáveres, mientras el personal sanitario evacua a los heridos. Poco después de la catástrofe, no queda rastro de sangre ni dolor. Cosas de la ficción.

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