miércoles, 22 de agosto de 2007

SAN PEDRO DEL PINATAR / Más de 200 menores aguardan en la Región a ser acogidos por una familia

La moda de adoptar en China contrasta con el aumento de niños llegados a los 17 centros de protección, que pasan el verano en la playa
A. SALAS/SAN PEDRO DEL PINATAR
Laura tiene una mirada honda y, a sus 5 años, un lastre en el pasado. Una madre con discapacidad psíquica y un padre apegado al alcohol la obligaron a separarse de sus otros tres hermanos, que viven, como ella, en alguno de los 17 centros de protección de menores de la Región. A veces se encuentran, pero la suya es una familia que sólo vive en su pensamiento. Las monitoras dicen que es feliz, como la mayoría de los 200 niños que esperan actualmente en la Región a una familia de acogida o volver con la propia, de la que fueron apartados por situaciones de abandono o maltrato. El eco del rechazo familiar sólo se exterioriza en algunos en forma de trastornos psicológicos o retrasos de desarrollo, pero todos sonríen como Laura, con sus ojos taladrantes. Como cualquier escolar, apuran la época más dulce del año frente a la playa de Lo Pagán, en los centros de vacaciones de las instituciones sociales Cardenal Belluga y Madre Paula, de Murcia. Entre los 24 menores de entre 2 y 15 años que disfrutan del verano en el Mar Menor se encuentran experiencias que hacen enmudecer, con pasados de malos tratos, abusos sexuales o abandono. El caso de Juanita además levanta ampollas. Su familia adoptiva la trajo de Cuba y la convirtió en su hija durante dos años. Hace un par de meses, la depositaron bajo la tutela de la Comunidad con el argumento de que no era lo que esperaban. La devolución pesa como una pluma y jugaba ayer en el centro de las Franciscanas de Lo Pagán a embadurnarse con pegamento. «Su caso revela lo que queremos corregir, ya que son los niños los que necesitan a unos padres y no al revés. Debe primar el interés del menor», afirma el consejero de Política Social, Joaquín Bascuñana, quien ayer visitó los centros costeros y compartió con los niños un almuerzo en la playa. El número de niños en los centros de la Región siempre fluctúa por la llegada de nuevos acogidos y la salida de los que se incorporan a las familias, pero los menores que pasan a ser tutelados por la Comunidad van en aumento. Si en 2007 se recibieron a 550 menores en los centros, en los primeros siete meses de este año han llegado a 500, según la directora general de Familia y Menor. «También las adopciones van a buen ritmo, lo que pasa es que el proceso es largo», apunta la responsable. Este año se formalizaron un total de 52 adopciones en la Región, al margen de la corriente social que lleva a las familias a China en busca de menores, lo que los responsables regionales califican como «una moda. Quieren además a niños de cero años, para que no tengan recuerdos, pero eso no es pensar en los menores», apunta Bascuñana. Por eso Natalia, una adolescente de melena dorada del centro Madre Paula, lleva ya 5 años con las religiosas. «Nunca pierden la esperanza de volver con su familia. Es su idea fija», explica una de las cuidadoras. Mientras tanto, su familia es de un rato cada fin de semana.

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