lunes, 18 de agosto de 2008

Cartageneros en el Callejero San Fernando



La Verdad.

La calle de San Fernando, larga, estrecha, situada en lugar estratégico del casco histórico y muy transitada, enlaza la calle de Santa Florentina con de San Vicente. A ella desembocan las de la Morería Baja y la Pólvora, y atraviesa las de la Tahona y el callejón de San Esteban. En una de las esquinas los vecinos colocaron una imagen de San Fernando como agradecimiento a que concediera el Fuero de Córdoba a Cartagena.

Es una vía urbana cargada de historia.

A principios del siglo XVIII, el Ayuntamiento comenzó a ceder sitios para edificaciones, que se multiplicaron rápidamente. A la vía se le dio el nombre de San Fernando en memoria del santo rey Fernando III, que concedió a Cartagena el primer privilegio de que se tiene noticia: el del Fuero de Córdoba.

Isidoro Martínez Rizo recuerda que el 16 de enero de 1246, hallándose el rey don Fernando III (el Santo) en el cerco de Jaén, por carta de esta fecha en pergamino y sello real pendiente, otorga a los pobladores de Cartagena el fuero de Córdoba, y concede a la ciudad que sus iglesias sean de los clérigos hijos de los vecinos de la misma, concediéndoles el diezmo de las Salinas y de las rentas de su puerto tocándoles de él la tercera parte, otra al obispo y otra al señor de ella (por entonces el rey).

El privilegio lo confirmaron Alfonso X el Sabio en Murcia, el 17 de febrero de 1254; don Felipe IV, en 15 de febrero de 1646; y don Carlos III, en 22 de octubre de 1623.

1246: Fuero de Córdoba

Fernando III, en el cerco de Jaén, otorgó a los vecinos de Cartagena el privilegio de que en en el término municipal (con sus montes, aguas, hierbas, caza y pesca, francos y quitos, entradas y salidas) no tuvieran que pagar derecho de lo que pescaren y cazaren, a no ser en la albuferas que se reserva el rey. Les exime de la obligación de recibir alojados, y les concede el derecho de desempeñar, antes que los forasteros, los destinos de jueces, alcaldes, escribanos, almotannes y aportillados, que debían ser elegidos por los «homes bonos» de la villa.

El Fuero de Córdoba, que procedía del Fuero refundido de Toledo, fue adaptado a Cartagena de manera que se le añadieron, como ocurriría después en Alicante, algunas concesiones marítimas. En l calle subsisten casas de alforja, estrechas, alternando con otras modernas y con solares que serán ocupados con nuevas viviendas.

Pero para el recuerdo quedan lo que fuera el almacén del Licor 49, establecimientos de calzado, cafeterías, tiendas de tejidos, de comestibles y hasta confiterías. La calle conserva su vitola y puede presumir de pregonar el privilegio del Fuero de Córdoba. ¿Quién lo supondría!

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