lunes, 4 de agosto de 2008

CARTAGENA/ Profesionales de las escuelas de vela denuncian la proliferación de centros ilegales de kitesurf


Los dueños de escuelas oficiales advierten de que instructores 'piratas' dan cursillos sin control Los bañistas se quejan del riesgo de que les golpeen con su tabla al navegar muy cerca de la orilla
ANTONIO LÓPEZ/ La Verdad

Dicen los que lo practican que se trata de unos de los deportes más apasionados que existen. Que cuando uno lo prueba se queda enganchado para siempre y termina convirtiéndose en una filosofía de vida. Es el kitesurf, modalidad náutica que une el windsurf y el wakeboard y quizás el deporte de vela que más adeptos ha tenido en los últimos años y que está haciendo florecer muchas escuelas de vela especializadas en esta modalidad dentro de la comarca de Cartagena.

Una tabla específica y una cometa que actúa como vela, cuyo tamaño depende del nivel del practicante, son los elementos necesarios para la práctica de este deporte. Pero como ocurre en muchos de los deportes náuticos, la formación es muy importante y a la hora de impartirla no todos están preparados. Por eso las escuelas de vela denuncian que se topan con profesores piratas que ofrecen un aprendizaje a veces fuera de las normas legislativas y sin ofrecer medidas seguridad básicas tan importantes en esta modalidad.

Ésta es una de las principales denuncias que realizan en las escuelas de vela oficiales. Se quejan de que ellos tienen que pagar «infinidad de impuestos y cumplir las normativas vigentes» por poder mantener sus negocios mientras «otros montan su propia escuela de vela en una furgoneta a la orilla de la playa». Así se explicó, Víctor Lizán, dueño de una de las escuela de vela que hay en La Manga.

En la Región existen más de sesenta empresas dedicadas al mundo del deporte náutico y todas ellas pertenecen a la Estación Náutica del Mar Menor, organo que actúa de regulador de las actividades. A ellas pertenecen las pocas escuelas de vela que ofrecen entre sus paquetes de formación Kitesurf. Entre ellas se encuentra MasKite, que se dedica íntegramente a esta modalidad. Su dueño, Diego Conesa, se queja también del intrusismo que tiene que sufrir año tras año.

«Muchos vienen en sus propias furgonetas y ahí mismo imparten sus clases. No sabemos si tendrán las pertinentes licencias que se necesitan, pero lo cierto es que muchas veces no usan todos los sistemas de seguridad necesarios», explicó.

Pero lo peor de todo, comentó Diego Conesa, es que «incluso te montan a pie de playa una tienda para vender sus propios productos de kitesurf. Los demás tenemos que estar pagando y sometiéndonos a las normas otros y ellos se las saltan sin más».

Aunque es prácticamente imposible contabilizar el número de piratas formadores que todos los años se plantan en las playas o se anuncian por internet, lo cierto es que puede resultar peligroso asistir a clases sin saber si el instructor tiene licencia o si verdaderamente está especializado en la modalidad que imparte. Por eso Diego Conesa siempre aconseja acudir a una escuela de vela. Los socorristas, atentos

Otro de los problemas de la práctica sin control del kitesurf es el riesgo para los bañistas. Este diario ha comprobado que algunos kitesurfistas navegan con su tabla demasiado cerca de las personas que toman un baño en las playas del Mar Menor, La Manga, Cabo de Palos o la zona oeste.

Aunque la ordenanza de playas no regula estas actividades, en jornadas de viento abundante como la de ayer los socorristas han tenido que llamar la atención a los deportistas para que se alejaran de la línea de costa, ya que al deslizarse demasiado cerca de los bañistas pueden chocar contra alguno de ellos de modo fortuito.

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