domingo, 3 de mayo de 2009

REPORTAJE/ Albergue Barajas

No hay transporte público ningún día de la semana entre la 1.30 y las 5.20
Cientos de viajeros duermen cada noche en el aeropuerto internacional de Madrid para ahorrarse el taxi
JUAN DIEGO QUESADA - Madrid - 03/05/2009 / El País.com
La falta de transporte público entre la 1.30 y las 5.20 horas ha provocado que el aeropuerto madrileño se convierta cada noche en un albergue eventual que acoge a viajeros que no están dispuestos a pagar el desplazamiento en taxi desde la capital, que cuesta entre 25 y 40 euros. La mayoría viaja a primera hora en compañías de bajo coste y vienen con el tiempo justo para embarcar. "¿Cómo voy a pagar tanto por un taxi si el vuelo me ha costado dos duros?", se pregunta la mayoría.
Unos metros más allá de donde resopla el tipo grande, hay en el suelo cinco amigos de Salamanca que tienen que coger un vuelo a Bérgamo a las 6.40. Como muchos de los que están aquí, utilizaron el último metro (1.30) para llegar al aeropuerto. No les importa esperar, se han traído chorizo y salchichón para amenizar la noche. "Vamos con dinero justo y no es cuestión de pagar mucho por el taxi. Menos en crisis", dicen.
La T-1 es el lugar más frecuentado por los viajeros que se quedan a dormir, principalmente porque alberga a las compañías de bajo coste. Un fenómeno reciente, de apenas dos años, que las autoridades no esperaban: "Salvo tres horas lo tenemos todo cubierto. Apenas hay vuelos de noche y en principio no hay demanda como para poner un servicio", explica un portavoz de la EMT. "Hasta hace poco este perfil de usuario, el que paga muy poco por el vuelo, no existía en Madrid. Es algo nuevo. Es lógico que alguien que pague 50 euros para ir a Londres no quiera pagar 40 de taxi", reconocen desde AENA, que han recibido también muchas quejas de empleados del aeropuerto que entran muy temprano y no tienen cómo llegar. Entre las 2.00 y las 5.00 suelen llegar dos vuelos, y entre 6.00 y 7.00, el horario de los vuelos de la mayoría de la gente que duerme en Barajas, hay una veintena de vuelos.
En un recuento realizado por dos periodistas, en Barajas durmieron el jueves 278 personas que iban a coger o esperaban un vuelo a primera hora de la mañana. En el cálculo no se han incluido los clientes habituales del albergue, los sintecho que duermen aquí cada noche. La página web sleepinginairports.net ofrece trucos y consejos para dormir de la forma más cómoda en las terminales de todo el mundo. Cuáles son los lugares con menos luz y ruido, la butaca más cómoda o el baño más limpio. En la página hay usuarios que relatan grandes hazañas y aventuras insólitas en Barajas, alguna que otra historia de amor y unos cuantos consejos útiles. "Hay una cafetería", cuenta un internauta en inglés, "donde todo el mundo se reunía. La gente dormía en el suelo y otros en las mesas. Había wifi y baños limpios". Otros son más quisquillosos: "No hay asientos y la cafetería es muy cara, donde duermen en el suelo y hay mucho ruido. La mejor manera de pasar la noche es comprar un café y leer un libro. ¡Es imposible dormir!".
El fantasma de la gripe porcina ha alterado esta semana las noches de Barajas. Carlos, Elena, Álvaro y Cristina, universitarios de primer año, están tumbados a las 4.20 a un lado de la zona de embarque. Se cubren la boca con una mascarilla. Los cuatro van a volar a Valencia por 40 euros. "Lo compramos sin pensar mucho en las fechas. Si finalmente no lo coges no pasa nada, apenas pierdes pasta. Y claro, vamos de la forma más económica posible", agrega Carlos.
En el mostrador de información de AENA, una chaqueta verde levanta la voz para hacerse oír sobre el ruido de una máquina enceradora que saca brillo a los pasillos. "Lo siento, no hay forma a estas horas de ir a la ciudad. O el taxi o nada", lamenta la mujer. Aunque, añade, hay algunos trucos para ahorrarse dinero. "Pide un taxi que te lleve al distrito de Barajas y allí coges un búho, pero prepárate para la guerra. Ninguno va a querer llevarte, dicen que llevan muchas horas en la cola para hacer una carrera de 15 euros".
A las 6.00, el aeropuerto recobra su vida. Maletas, carritos, prisas, gritos de la megafonía. A Alberto, con el pelo alborotado y lagañas en los ojos, le duele la espal da. Ha dormido tres horas sobre la cinta del mostrador de facturación y una azafata le ha despertado hace un rato. "Ufff, voy justo de tiempo. Tendré que acicalarme en el baño del avión. ¿Que si me ha merecido la pena? Mira esto", dice, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras enseña dos billetes de 20 euros.

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