Antonio López / La Verdad
Un recorrido por la Gran Vía y las playas pone a la vista problemas que se repiten desde hace años
La escasez de buses y contenedores, los atascos, los malos olores del alcantarillado y la falta de actos culturales y de ocio centran las quejas
Un recorrido por la Gran Vía y las playas pone a la vista problemas que se repiten desde hace años
La escasez de buses y contenedores, los atascos, los malos olores del alcantarillado y la falta de actos culturales y de ocio centran las quejas
Montañas de algas pestilentes, playas llenas de fango y basura, restos de barcos oxidados semihundidos, embarcaciones a motor fondeadas a pocos metros de los bañistas, edificaciones a pie de playa y continuos atascos a la entrada y salida vuelven a enturbiar este verano las vacaciones de los miles de vecinos y turistas en La Manga del Mar Menor. La retahíla de deficiencias trasladadas por los lectores a 'La Verdad' y comprobadas por este diario a través de un fotógrafo y un redactor se combina, en todo caso, con mejoras de servicios e infraestructuras logradas por los ayuntamientos de Cartagena (responsable de los cuatro primeros kilómetros) y San Javier (que se ocupa de los otros quince).
El recorrido por la lengua de tierra que separa el Mediterráneo del Mar Menor empieza en la zona de Las Triolas, en la rotonda de enlace con Cabo de Palos. Ahí se evidencia una de las reiteradas quejas que sigue sin resolverse a pesar del paso de los años: los habituales atascos, que son kilométricos los fines de semana. De las cuatro rotondas previstas por la Comunidad Autónoma y los consistorios para agilizar el tráfico en la Gran Vía, sólo se han hecho dos. Una está precisamente en Las Triolas, pero la glorieta no da abasto en las horas punta.
Edificio fantasma de 38 años
Conforme se avanza hacia el interior de La Manga llega el problema de los accesos a las zonas de baño. En muchos sitios ni siquiera hay calles o caminos para llegar a la arena. La maraña de edificios y terrazas de los bares y chiringuitos apenas deja sitio en algunos tramos para facilitar el acceso a los viandantes, sobre todo a los bañistas con movilidad reducida (como ancianos o personas en silla de ruedas).
El carril bici ofrece una opción de transporte gratuita y saludable, pero en las paradas de autobús cada verano se reproduce el malestar por la lentitud y la escasez del servicio. Además, también se han oído voces críticas con el hecho de que, por ejemplo, los fines de semana no hay autobuses directos entre la ciudad de Cartagena y La Manga.
El bullicio de la principal zona turística de la Región de Murcia contrasta, un estío más, con una hilera de edificaciones a pie de playa que proyecta una fantasmal imagen de soledad. Nadie los habita. Es el caso de un bloque de apartamentos junto al Hotel Doblemar, cerca del puente del Estacio, que lleva 38 años a medio construir.
Hartos de promesas incumplidas, los vecinos ya ni convocan las protestas de otros años para exigir la demolición de un bloque sin más función que ocupar un solar frente al parque de Bomberos. En todo caso, es sólo un ejemplo de la media docena de moles de ladrillo que esperan a ser derrumbadas o a que los constructores y Costas se pongan de acuerdo sobre su futuro.
Otra de las cosas que afea la Gran Vía es la presencia de transformadores eléctricos. Durante el último año, el Ayuntamiento de San Javier ha quitado uno pero siguen destacando los que invaden zonas de paso junto al restaurante Paquebote.
Camino del Estacio, los signos de precariedad aumentan. La renovación de tramos del alcantarillado no evita que algunos días salga un desagradable olor a la superficie. Y, en algunas playas, la acumulación de algas en la orilla ofrece otro baldón higiénico y estético.
Por ejemplo, los vecinos de la Urbanización Las Góndolas tienen que pasar entre enormes montañas de algas secas de casi tres metros para ir a la playa.
Para evitar daños en los arenales, el consistorio dispone de un servicio de recogida manual de las algas pero los veraneantes se quejan de que hay demasiadas algas juntas demasiados días.
En Veneziola, este diario se hizo eco en 2009 del malestar por las montañas de algas y restos de fango. La situación ha mejorado, pero continúa habiendo una insana mezcla de lodos pestilentes, aguas estancadas, basura, botellas de plástico y cristal, tetrabriks, cartones...
Sin edificios culturales
La navegación a motor y el fondeo de embarcaciones junto a las zonas de baño, sobre todo en el área del Mar Menor (en playas como la del Pedrucho) también colea entre los asuntos pendientes de una solución definitiva. Por ejemplo, entre El Estacio y Veneziola hay zonas en las que los bañistas se ven forzados a compartir espacio con yates, pequeños botes y motos acuáticas. A falta de zonas acotadas, la gente navega a sus anchas.
En cuanto al ocio y la cultura, la urbanización masiva no ha dejado hueco para infraestructuras como teatros o auditorios, y la oferta pública de actividades es escasa. Además, en la parte de San Javier esperan la apertura de un pabellón deportivo que se demora.
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